El conjunto de microorganismos que se encuentran en el cuerpo humano, así como el entorno en el que viven, se le denomina microbiota. El cuerpo humano representa un entorno ideal y rico en nutrientes para estos microorganismos que brindan una serie de beneficios a la salud. Entre estos beneficios se encuentran la estimulación del sistema inmunológico, una mejora de la digestión y absorción de los alimentos, un crecimiento reducido de la flora patógena y el mantenimiento de la integridad de la barrera intestinal. Existen varios factores pueden afectar la composición de la microbiota a partir del período perinatal, entre las que se encuentran la composición de la microbiota intestinal materna, el modo de parto, el tipo de alimentos que consume la madre, terapia con antibióticos y el estrés. Además, existen distintos estudios que han demostrado que el desequilibrio en la microbiota intestinal, denominada disbiosis, puede generar el desarrollo de enfermedades alérgicas o autoinmunes, cáncer y trastornos psiquiátricos.

Existen tres formas principales en las que se puede equilibrar la composición de la microbiota, esto es mediante el uso de prebióticos, probióticos, simbióticos o posbióticos. Los postbióticos incluyen cualquier sustancia liberada o producida mediante la actividad metabólica del microorganismo el cual ejerce un efecto benéfico sobre el huésped, ya sea de manera directa o indirecta. Los posbióticos tienen efectos pleiotrópicos, en las que se incluyen propiedades inmunomoduladoras, antiinflamatorias, antioxidantes y anticancerígenas.

Los postbióticos no son considerados como simbióticos, pues estos están conformados por una combinación de prebióticos y probióticos que tienen un impacto positivo en el microbioma intestinal. Sin embargo, se cree que los posbióticos también tienen la capacidad de fortalecer el microbioma intestinal, por lo que los simbióticos y los posbióticos pueden confundirse.

Los postbióticos, entonces, son compuestos de fermentación funcional que se pueden utilizar en combinación con distintos componentes nutricionales con la finalidad de promover la salud. Se han distinguido dos tipos: los paraprobióticos y los FIF. Los paraprobióticos, o probióticos fantasma, probióticos no viables o probióticos inactivados, son células microbianas no viables o inactivadas que, cuando son administradas en cantidades suficientes, otorgan beneficios al huésped. Mientras que los FIF son preparados para lactantes o de continuación que han sido fermentados con bacterias productoras de ácido láctico u otras bacterias y en la mayoría de los casos no contienen bacterias viables.

Aunque los postbióticos no cuentan con microorganismos vivos, si han mostrado tener un efecto benéfico para la salud a través de mecanismos similares al de los probióticos al mismo tiempo que disminuyen los riesgos asociados a su ingesta. Por lo tanto, al igual que los prebióticos, los posbióticos parecen no poseer efectos secundarios graves mientras mantienen una eficacia similar a los probióticos.

El uso de postbióticos es una estrategia terapéutica y preventiva que ha ido tomando importancia en la medicina moderna. De acuerdo con los datos actuales, estos posbióticos tienen diversos efectos positivos para la salud. Algunas de estas propiedades se encuentran incluso se han utilizado en el área clínica. Sin embargo, aún se siguen haciendo más estudios para conocer más a fondo sus posibles usos terapéuticos y beneficios para la salud.

Equipo de investigación y editorial iNat México.  

Referencias

Żółkiewicz, J., Marzec, A., Ruszczyński, M., & Feleszko, W. (2020). Postbiotics-A Step Beyond Pre- and Probiotics. Nutrients, 12(8), 2189.

Wegh, C., Geerlings, S. Y., Knol, J., Roeselers, G., & Belzer, C. (2019). Postbiotics and Their Potential Applications in Early Life Nutrition and Beyond. International journal of molecular sciences, 20(19), 4673. 

 

 

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