La nutrición es una necesidad humana básica y es el proceso mediante el cual se obtienen los nutrimentos necesarios para la salud. Una dieta adecuada es importante desde las primeras etapas de la vida para un crecimiento y desarrollo adecuados. La nutrición puede afectar el cerebro pues los nutrientes afectan de forma directa la estructura y función del cerebro. Por lo tanto, la neuronutrición describe cómo los alimentos afectan el cerebro y su función.
La neuronutrición es la nutrición necesaria para lograr un cerebro sano y una buena función neurocognitiva. Las manipulaciones dietéticas son una estrategia viable para mejorar las capacidades cognitivas y proteger el cerebro del daño. Ningún alimento por sí solo es clave para una buena salud cerebral, sino una combinación de alimentos.
La deficiencia en la nutrición provoca un menor desarrollo cognitivo, reducción de la concentración y la atención y también reduce el rendimiento en las etapas posteriores de la vida. Algunas deficiencias, como la vitamina B12, B9 y el zinc, ocasionan síntomas como mal humor, fatiga, irritabilidad y deterioro cognitivo. Por su parte, los alimentos ultra procesados y los patrones de dieta occidentales incrementan el riesgo de desarrollar trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH), depresión y deterioro cognitivo. Por otro lado, los alimentos integrales, los alimentos tradicionales, resultan preventivos contra el desarrollo de enfermedades mentales.
Ciertos componentes dietéticos tienen efectos sobre las capacidades cognitivas. Los factores dietéticos pueden afectar múltiples procesos del cerebro al regular las vías de los neurotransmisores, la fluidez de la membrana, las vías de transducción de señales y la transmisión sináptica. Los ácidos grasos Omega-3, DHA, son un componente importante de las membranas neuronales, pero el cuerpo no puede producir la suficiente cantidad por lo que es necesario sea aportado a través de la dieta.
El proceso de memorización y aprendizaje se da por medio de la interacción entre neuronas en conjunto con los ácidos grasos omega-3. Estas grasas omega-3 contenidas en nueces, frutas como el kiwi y el pescado ayudan a prevenir trastornos mentales como la demencia. Las deficiencias más comunes relacionadas con los trastornos mentales son los ácidos grasos omega-3, la vitamina B y los aminoácidos, que son los precursores de los neurotransmisores.
En diversos estudios se ha demostrado que la deficiencia de nutrientes disminuye el volumen del cerebro, el número de neuronas, entre otros. La nutrición es capaz de afectar al cerebro a lo largo del ciclo de vida, ocasionando implicaciones para la salud mental y las enfermedades degenerativas. Tanto una dieta completa hasta nutrientes específicos, pueden afectar la estructura y función del cerebro. Los factores nutricionales y ambientales influyen en la capacidad y el rendimiento del sistema nervioso central. La ingesta adecuada de nutrientes necesarios resulta beneficiosa para la salud, mientras que la ingesta excesiva de otros como grasas saturadas es perjudicial.
La neuronutrición es la nutrición necesaria para lograr la salud cerebral y la función neurocognitiva. Ningún alimento por sí solo es clave para una buena salud cerebral, sino que es probable que una combinación de alimentos saludables ayude a proteger el cerebro. Es importante notar que el patrón de dieta a lo largo de la vida afecta la salud del cerebro. La mayoría de la población no cumple con la cantidad diaria recomendada (RDA) de importantes vitaminas y minerales para el cerebro. La dieta y el ejercicio tienen el potencial de alterar la salud del cerebro y la función mental.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias
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Santillán, M. L. (2014, 14 marzo). El cerebro sufre las consecuencias de una mala dieta. Ciencia UNAM.
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