El consumo de fructosa suele provenir de la ingesta de productos con azúcares añadidos de los cuales su consumo ha ido en aumento, tales como el refrescos o jugos industrializados. También es posible encontrarlo en cereales, panes, frutas enlatadas, mermeladas, jaleas, postres y jugos de frutas. Hay estudios que indican que al menos el 10% de las calorías diarias provienen de la fructosa.
La sacarosa (conformada por glucosa y fructosa) y jarabe de maíz de alto contenido de fructosa son las principales fuentes de fructosa en la dieta diaria. Existe evidencia de que la fructosa es responsable de generar efectos negativos en el hígado y otros tejidos. También se ha vinculado con el desarrollo de obesidad ya que su consumo excesivo genera la acumulación de tejido graso.
Se ha visto que la digestión, absorción y metabolismo de la fructosa es muy diferente a la de la glucosa, lo que resultaba en un mayor consumo de energía y por lo tanto en un incremento en el riesgo de presentar obesidad, diabetes, síndrome metabólico y enfermedad cardiovascular. Se ha demostrado que un consumo excesivo de alimentos con un contenido alto de fructosa reduce los niveles de insulina y de leptina. Debido a esto la señal de saciedad producida por la insulina o leptina se vería afectada y provocaría un incremento en la ingesta de alimentos.
Los adolescentes que consumieron una bebida endulzada con jarabe de maíz de alta fructosa (350 ml) desarrollaron resistencia a la insulina y acumulación de grasa visceral. Por otro lado, los adultos que ingirieron 75 g de una bebida endulzada con fructosa presentaron un mayor contenido de grasa a nivel hepático. En experimentos a animales, aquella ratas que se les brindó agua con 60 % de fructosa incrementó los depósitos de grasa visceral y altas concentraciones de triglicéridos después de 9 semanas.
En otra investigación realizada en ratas alimentadas con una dieta rica en jarabe de maíz de alta fructosa por un periodo de 6 a 7 meses mostraron un incremento del peso, un aumento de triglicéridos en sangre y una elevación en los depósitos de grasa, factores que podrían indicar la presencia de obesidad. Por ello se cree, que el consumo crónico de jarabe de maíz de alta fructosa puede tener un papel importante en el incremento de casos de obesidad relacionada con el consumo de este jarabe.
El jarabe de maíz de alta fructosa se ha utilizado como endulzante de muchos productos comerciales como refrescos o jugos. El consumo excesivo de este jarabe se ha vinculado con diversas alteraciones de la salud entre ellas con la presencia de obesidad. Si bien existen estudios que vinculan el jarabe con la obesidad también hay alguno que no lo hacen. Sin embargo, la poca evidencia que existe ha mostrado un incremento en la acumulación de grasa corporal y visceral después de un consumo crónico de jarabe de maíz de alta fructosa. Por lo que es recomendable que su consumo sea de manera moderada o, de preferencia, evitarlo.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias
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Bocarsly, M. E., Powell, E. S., Avena, N. M., & Hoebel, B. G. (2010). High-fructose corn syrup causes characteristics of obesity in rats: increased body weight, body fat and triglyceride levels. Pharmacology, biochemistry, and behavior, 97(1).
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