El síndrome metabólico es un conjunto de alteraciones en el metabolismo que, en combinación, significan un factor de riesgo para el desarrollo de diabetes y enfermedades cardiovasculares. Se presenta por una serie de factores genéticos y de estilo de vida (sobrealimentación o baja actividad física) que favorecen el desarrollo de las alteraciones fisiológicas asociadas a este síndrome. Dentro de los componentes de este síndrome se encuentran hipertrigliceridemia, hipertensión, resistencia a la insulina, glucosa en ayunas mayor a 100 mg/dl, obesidad abdominal, entre otros. La prevalencia de este síndrome se estima que es del 25% a nivel mundial, variando de acuerdo al sexo, edad y etnia. Se ha encontrado un aumento en la presencia de síndrome metabólico en la población adulta joven.
En los últimos años, se ha analizado el papel de la vitamina D en el síndrome metabólico. Esta vitamina es esencial para la salud ósea, participa en el sistema inmune, endocrino y cardiovascular. De acuerdo con algunos investigadores, los bajos niveles de vitamina D podrían estar implicados con un mayor riesgo de presentar síndrome metabólico.
Existen diversas teorías del efecto de esta vitamina sobre los componentes del síndrome metabólico. Entre ellas se encuentra que la vitamina D afecta la secreción y sensibilidad de la insulina, la cual cuenta con un papel clave en el desarrollo del síndrome. Esto es, debido a que existen receptores de la vitamina en el páncreas, tejido musculoesquelético y adiposo, por lo que la deficiencia de este nutriente podría comprometer la capacidad de conversión de la insulina. Otra hipótesis es que la deficiencia de la vitamina podría estar relacionada con los malos hábitos como una baja exposición a la luz solar, o bien, alteraciones en el metabolismo de la vitamina D.
Dado que la mejor forma de obtener vitamina D es mediante la exposición a la luz solar, la frecuencia de bajas concentraciones de vitamina D y el riesgo de presentar diabetes o síndrome metabólico, es mayor en aquella poblaciones que viven más lejos del ecuador. Además, también influyen los hábitos de vestir, color de piel y el uso de protector solar. Por otro lado, una deficiencia de vitamina D en mujeres posmenopáusicas puede asociarse a un incremento en el riesgo de síndrome metabólico, hipertrigliceridemia y bajos niveles de colesterol HDL (colesterol bueno).
En un estudio realizado en población de Corea, entre mujeres y hombres mayores de 65 años que contaban con bajos niveles de vitamina D se encontró que existía una relación inversa entre los niveles de vitamina D y presencia de síndrome metabólico. Asimismo, se dieron cuenta que cuanto más bajas son las concentraciones de vitamina D existe una mayor prevalencia de circunferencia de cintura elevada, hipertrigliceridemia y altas concentraciones de colesterol LDL. En otro estudio, se observó que por cada incremento de 1 ng/ml de vitamina D se relaciona con una disminución significativa de colesterol total y LDL y un 54% menos en el riesgo de desarrollar síndrome metabólico.
La vitamina D es de gran importancia para el metabolismo óseo. Esta vitamina parece tener un papel fundamental en la prevención del síndrome metabólico. Diversos estudios relacionan las bajas concentraciones de esta vitamina con un mayor riesgo de presentar esta condición. Por ello, una alimentación balanceada y una exposición al sol adecuada, ayudan a mantener niveles adecuados y, por tanto, un menor riesgo de desarrollar síndrome metabólico.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
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