La enfermedad renal crónica secundaria a la diabetes se encuentra como la primera causa de tratamiento renal sustitutivo. Desde que se encuentra en etapa inicial supone un aumento en el riesgo de mortalidad, y se asocia con la aparición de hipertensión arterial y retinopatía diabética.
El control de la glucosa sanguínea es un factor importante para la progresión de la enfermedad renal diabética, pues ocasiona hiperfiltración glomerular e hipertensión. Por ello, el control glucémico es el punto clave en el tratamiento de las personas que padecen esta enfermedad. El tratamiento debe ser multidisciplinario cuyo objetivo es prevenir la aparición de albuminuria patológica y su progresión a nefropatía diabética.
El punto principal del tratamiento es el control de la glucosa, presión arterial y la presencia de proteína en la orina. Asimismo, es importante realizar cambios en el estilo de vida, eliminar el uso de tabaco y modificar la dieta.
Los programas de reducción de peso suelen ser complejos y tediosos con resultados inconsistentes. Existen diversos planes dietéticos cuyo objetivo es reducir la ingesta de calorías en forma de carbohidratos o grasas, mientras se aumenta el gasto de energía para lograr una pérdida de peso significativa. El impacto de la restricción de carbohidratos en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo II, es bien conocido, pues sus beneficios han sido documentados; sin embargo, en la enfermedad renal diabética aún no existe información concluyente.
Una dieta muy baja en carbohidratos es aquella en la que se limita el consumo de alimentos ricos en carbohidratos como cereales o frutas, centrándose en los alimentos con un alto contenido proteico y de grasas. Comúnmente se utilizan para disminuir el peso corporal o bien para reducir el riesgo de diabetes tipo II y síndrome metabólico. Los carbohidratos representan la principal fuente de energía del organismo. Cuando existe un exceso se almacenan en el hígado, músculo y una parte se transforma en grasa corporal. En este tipo de dieta el promedio de consumo de carbohidratos es de 20 a 57 gramos al día. Una disminución muy drástica de carbohidratos podría ocasionar estreñimiento, dolor de cabeza o calambres musculares.
Un estudio realizado con personas con obesidad y diabetes demostró que llevar una dieta muy baja en carbohidratos en conjunto con la restricción proteica estándar no generó ningún efecto en los resultados renales. Otro estudio informó que las personas que cumplieron con las restricciones calóricas y una pérdida de peso podrían haber desarrollado cierta protección renal, particularmente en aquellos con hiperfiltración glomerular.
La intervención con una restricción dietética muy baja en carbohidratos, junto con una dieta estándar baja en proteínas en personas con enfermedad renal diabética subyacente resulta segura mostrando mejoras importantes en el control glucémico, mediciones antropométricas, la adiposidad abdominal y marcadores de inflamación como interleucina-6, sin afectar los resultados renales. Esto podría significar una opción terapéutica importante para el manejo de la DM2 y particularmente en la enfermedad renal diabética.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias
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