Hoy en día todas las personas, desde los niños hasta adultos mayores, cuentan con un teléfono celular, pues es una herramienta que se ha vuelto una parte importante para la comunicación. El uso cada vez mayor de teléfonos móviles ha llevado a una gran mayoría de la población a la exposición a la radiación de campo electromagnético de radiofrecuencia emitida por estos dispositivos, ya sea de forma intencionada o no. Aunque la intensidad de la radiación RF-EMF emitida por los teléfonos móviles está muy por debajo del valor límite de la tasa de absorción específica para causar algún efecto térmico, recientemente se ha demostrado que la exposición prolongada a estas radiaciones puede ejercer su efecto adverso por medios no térmicos.
Los cambios mediados por especies reactivas de oxígeno (ROS) son los mecanismos que se han sugerido para explicar los efectos no térmicos que se generan principalmente a nivel cerebral. También, en el cerebro, el hipocampo, se conoce como la parte más sensible al estrés en la que se incluye la exposición al campo electromagnético de radiofrecuencia de teléfonos móviles, pues tiene un papel importante en la regulación del eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) a través de los receptores de glucocorticoides, involucrado en la modulación del sistema inmune y, además, controla diversas funciones cognitivas y conductuales relacionadas que se relacionan con el estrés.
Existen diversos informes que han causado controversia sobre los efectos de las ondas electromagnéticas de radiofrecuencia emitidas por los teléfonos celulares en las mitocondrias, la vía de la apoptosis, las proteínas de choque térmico, el metabolismo de los radicales libres, la diferenciación celular, el daño del ADN y la membrana plasmática, debido a que induce una mayor producción de estrés oxidativo.
Entre las secuelas de la radiación en varios órganos del cuerpo, el efecto de ésta en el cerebro es el área que más interés genera. Además, se ha sugerido que esa radiación emitida por los teléfonos móviles podría reducir el potencial fertilizante de los hombres. Del mismo modo, se cree que la exposición a los campos de radiación electromagnética de los teléfonos móviles podría causar disfunción tiroidea afectando las funciones de la glándula tiroides.
El uso del teléfono celular por más de ocho horas en promedio al mes ocasiona la producción de estrés oxidativo en las glándulas salivales y en los tejidos que se encuentran en el costado de la cabeza por el cual se habla. Este fenómeno tiene la capacidad de dañar las células del cuerpo humano y se considera un factor de riesgo para el cáncer, pues estas alteraciones ocasionadas por el estrés oxidativo están relacionadas con mutaciones celulares y genéticas que causan el desarrollo de tumores.
En un estudio se analizó la saliva de la población que suele utilizar el teléfono celular con frecuencia. La saliva de los usuarios que utilizaban el celular más de ocho horas mensuales mostró aumentos significativos de estrés oxidativo, en comparación con el grupo que no lo utilizaba (personas con discapacidad visual o del lenguaje). Este proceso que daña las células humanas, incluyendo su ADN, lo realiza por medio del desarrollo de peróxido tóxico y radicales libres.
Sin duda los teléfonos móviles se han vuelto una parte fundamental en la vida de cada persona debido a la practicidad que representa para realizar distintas actividades. No obstante, se ha comprobado que el uso prolongado de estos aparatos puede relacionarse con un incremento del estrés oxidativo; este se ha vinculado con el desarrollo de diversas enfermedades debido a que daña el ADN. Por ello, se recomienda que su uso sea limitado para evitar posibles daños irreversibles a la salud.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias
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