El tejido adiposo ha sido considerado durante mucho tiempo como una reserva de energía, sin embargo, este concepto ha ido cambiando, pues distintos estudios han demostrado un papel importante que cumplen estas células en el metabolismo y en la regulación de distintas funciones.
El adipocito se reconoce como una célula versátil que se encarga de producir adipocinas. Las adipocinas intervienen en las distintas funciones de los órganos y tejidos, regulan la secreción de hormonas, participan en la regulación térmica, la homeostasis de carbohidratos y lípidos, y por lo tanto en la regulación metabólica general. Dentro del organismo, se encuentran dos tipos de grasa: tejido adiposo blanco y pardo o marrón.
El tejido adiposo blanco conforma del 20-25% del peso corporal y sirve como reserva energética, la cual es metabolizada en forma de glucosa y esta sea utilizada por las células. Suele acumularse en la zona abdominal en hombres, mientras que en las mujeres se almacena en la cadera y glúteos. Cuando se lleva una dieta con un mayor aporte de ácidos grasos e hidratos de carbono, estas reservas se ven aumentadas, ocasionando la aparición de sobrepeso y obesidad que se relacionan con otras afectaciones a la salud.
El tejido adiposo blanco se encarga de la producción de leptina, hormona reguladora de la producción de otras adipocinas. A través de esta hormona, el tejido blanco interviene en la regulación de los ejes hormonales del organismo y en otras funciones como la regulación del apetito o de la respuesta inmune.
Por otro lado, la grasa parda o marrón se encuentra comúnmente en los recién nacidos, representando el 5% de la grasa corporal total y disminuye conforme crecemos. Se localiza en el cuello, arterias renales, carótidas y zona axilar.
El tejido adiposo marrón y la grasa beige preservan la homeostasis de la temperatura corporal, regulan el equilibrio energético y el peso corporal, además, influyen en el metabolismo de la glucosa y los lípidos en roedores.
El tejido marrón y la grasa beige cumplen funciones diferentes del tejido blanco. Este último sirve como un almacén de energía para el cuerpo y su exceso se almacena como triglicéridos. Por el contrario, tanto la grasas marrón y la grasa beige son metabólicamente activas y utilizan energía química para la producción de calor. La termogénesis de las grasas marrón y beige ejercen un papel fundamental en la homeostasis de la temperatura corporal, la homeostasis de la energía y el control del peso corporal.
Obesidad: en los seres humanos, la obesidad se asocia con niveles más bajos de actividad de la grasa marrón o beige, lo que respalda aún más la idea de que la deficiencia y disfunción de la grasa marrón o beige es un factor de riesgo de obesidad y trastornos metabólicos.
Diabetes: dado que la BAT y la grasa beige tienen una función contra la obesidad, no es sorprendente que también protejan contra la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2. De hecho, se informó que la aclimatación al frío, que activa el BAT y la grasa beige, mejora la sensibilidad a la insulina en algunos pacientes con diabetes tipo 2. La masa y la actividad de BAT son menores en pacientes con diabetes tipo 2 en comparación con los sujetos normales, lo que aumenta la posibilidad de que la deficiencia de BAT y grasa beige pueda aumentar la susceptibilidad a la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias
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Sánchez, Julio César, Romero, César Ramón, Muñoz, Laura Victoria, & Alonso Rivera, Ricardo. (2016). El órgano adiposo, un arcoiris de regulación metabólica y endocrina. Revista Cubana de Endocrinología, 27(1).
Valenzuela B, A., & Sanhueza C, J. (2009). El tejido adiposo: algo más que un reservorio de energía. Grasas y Aceites, 60(5), 439–452.
Cañadas Bustos, D. (2019, 3 julio). Diferencias entre grasa blanca y grasa parda. canalSALUD MAPFRE
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