Omega 3, al rescate de tu cerebro

Los ácidos grasos omega 3 son un tipo de grasa esencial debido a que el cuerpo no es capaz de producirlo. Tanto el omega 3 como el omega 6 tienen importantes funciones fisiológicas a nivel celular. El omega 3 tiene un papel importante en el desarrollo cerebral, además, de tener propiedades neuroprotectoras y representan una opción de tratamiento para trastornos neurodegenerativos y neurológicos.

Lo encontramos en alimentos como pescados de agua fría, mariscos, semillas de linaza, chía y nueces, aceites vegetales como aceite de soya y alimentos fortificados. La cantidad recomendada es de 3 g/día como máximo, se aconseja no sobrepasar esta dosis.

Los omega 3 forman parte importante de la estructura celular y tienen una participación importante en procesos como transmisión de señales, inflamación, inmunidad y estrés oxidativo.  Gracias a estas propiedades se reconoce que los omega 3 pueden prevenir el desarrollo de enfermedades inflamatorias crónicas o bien aliviar los procesos inflamatorios agudos y con ello servir como apoyo en su tratamiento. Estos ácidos grasos se han utilizado para la artritis reumatoide, la psoriasis y para prevención de secuelas después de un infarto al miocardio.

Existen diversos tipos de omega 3 como el ácido eicosapentaenoico (EPA), ácido docosahexaenoico (DHA), ácido alfa-linolénico (ALA) y el ácido docosapentaenoico (DPA) el cual ha empezado a llamar la atención sobre su potencial terapéutico, sin embargo, sigue bajo investigación. El EPA ha mostrado tener efectos positivos sobre los trastornos del ánimo. El DHA, es el omega 3 más abundante e importante en el cerebro y, de acuerdo con múltiples estudios, tiene beneficios en las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y afectar los síntomas del comportamiento en los trastornos neuro-psiquiátricos como esquizofrenia y depresión.

Se ha relacionado los niveles disminuidos de omega 3, debido a una ingesta deficiente, con el desarrollo de trastornos neuropsiquiátricos como Parkinson, esquizofrenia y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Existen múltiples estudios en los que se ha comprobado que una ingesta elevada de omega 3 puede ayudar tanto en el tratamiento como en la prevención de la Enfermedad de Parkinson.

En un estudio se encontró que la ingesta de pescado, por lo menos 2 veces a la semana, mostró que el deterioro cognitivo era más lento en comparación con una ingesta única a la semana. En otra investigación se demostró que el deterioro cognitivo se retrasaba hasta 5 años con una ingesta de pescado. Asimismo, otro estudio reveló que consumir pescado 2 veces por semana ayuda a la mejora de la función cognitiva en general y la memoria.

En algunas investigaciones se ha encontrado que aquellas personas que tienen un alto consumo de alimentos ricos en omega 3 tiene un riesgo menor de desarrollar Alzheimer o demencia. Una de estas investigaciones muestra que la ingesta de pescado de agua fría y DHA en la dieta tiene la capacidad de reducir hasta un 65% el riesgo de demencia y un 60% el riesgo de Alzheimer. En otro estudio, se vio que una ingesta de pescado más de dos veces a la semana redujo un 41% de riesgo de Alzheimer.

Por otro lado, también se ha estudiado su relación con la presencia de depresión, pues se ha encontrado que bajas concentraciones de omega 3 se relacionaban con el desarrollo de depresión por ello un consumo adecuado de este tipo de grasa podría ayudar a prevenir la aparición de este trastorno e incluso disminuir los síntomas.

Los ácidos grasos omega 3 son un tipo de grasa que ayudan a la función del cerebro. Este se conoce como un ácido graso esencial debido a que el cuerpo no lo puede crear y por ello es necesario adquirirlo mediante la dieta. Lo podemos encontrar en semillas, nueces, aceites vegetales y pescados de agua fría. Gracias a sus propiedades se ha investigado el potencial terapéutico del omega 3 en enfermedades neurológicas como Alzheimer, esquizofrenia, TDAH, demencia, depresión, entre otros. Los diversos estudios existentes han comprobado que el omega 3 puede ser una opción de tratamiento o prevención de estas enfermedades.

Equipo de investigación y editorial iNat México.  

Referencias

Healy-Stoffel, M., & Levant, B. (2018). N-3 (Omega-3) Fatty Acids: Effects on Brain Dopamine Systems and Potential Role in the Etiology and Treatment of Neuropsychiatric Disorders. CNS & neurological disorders drug targets, 17(3), 216–232. 

Dyall S. C. (2015). Long-chain omega-3 fatty acids and the brain: a review of the independent and shared effects of EPA, DPA and DHA. Frontiers in aging neuroscience, 7, 52. 

Lauritzen, L., Brambilla, P., Mazzocchi, A., Harsløf, L. B., Ciappolino, V., & Agostoni, C. (2016). DHA Effects in Brain Development and Function. Nutrients, 8(1), 6. 

Waitzberg, D. L., & Garla, P. (2014). Contribución de los Ácidos Grasos Omega-3 para la Memoria y la Función Cognitiva. Nutrición Hospitalaria, 30(3), 467-477. 

 

 

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