Existen muchos alimentos que nos ayudan a modular el sistema inmunológico, alimentos que son considerados por sus propiedades benéficas en cuestión de la salud. Actualmente ya sabemos que no podemos evitar contraer cualquier virus, pero también sabemos que un sistema inmunológico, que trabaje adecuadamente, tiene la capacidad de generar anticuerpos y, de alguna manera, de este dependerá la gravedad de los síntomas y la evolución de la enfermedad.
El COVID-19 es un virus nuevo y la información sale constantemente actualizándose y arrojando nuevos datos, lo que hoy sabemos, es que avanza muy rápido, pero que hay un gran porcentaje de personas que pueden generar anticuerpos y sobrellevar la enfermedad. Incluso sabemos ahora que las enfermedades crónicas que suprimen al sistema inmune ayudan a la proliferación y replicación del virus… entonces ¿qué podemos hacer?
Existen plantas y alimentos, en general, que poseen actividad inmunomoduladora debido a sus componentes y que son capaces de ejercer un efecto farmacológico sobre las células del sistema inmune; incluso países como Alemania o Japón utilizan formulaciones específicas basadas en dichos alimentos para la fabricación de fármacos (López, 2008).
A continuación, te presento algunos:
Equinácea: es una planta perenne nativa de los Estados Unidos, fue utilizada como analgésico, purificador de la sangre, antiséptico y antídoto en las mordeduras de serpiente (López, 2008). En la actualidad, esta planta ha demostrado aumentar la actividad de los leucocitos, así como la proliferación de los macrófagos. Se le han encontrado que la inhibición de la enzima hialuronidasa (función antiviral), el ácido chicórico y las alcamidas son los principales componentes moduladores del sistema inmune (Prado et al. 2010).
Ajo: se ha demostrado en diferentes estudios in vitro que el ajo estimula la generación de linfocitos y la actividad fagocitaria de los macrófagos; aumenta las Natural Killer (NK) o células asesinas aumentando la inmunidad; además, otorga un efecto antioxidante que inhibe a los radicales libres, incrementando a las enzimas oxidantes (superóxido dismutasa, catalasa y glutatión peroxidasa), protege a las lipoproteínas de baja densidad e inhibe la activación del factor nuclear Kappa B (NF-kB) que, en cantidades exacerbadas, puede generar trastornos inflamatorios y desarrollo de células cancerígenas. Además, el ajo posee alicina; esta sustancia es activa frente a bacteria gram positivas y negativas (López, 2008).
Aloe Vera: entre su composición, el acemanano, un polisacárido de interés que tiene acción moduladora del sistema inmune, estimula la formación de macrófagos y leucocitos, además, ayuda a la fagocitosis activando el proceso en los macrófagos. Por otro lado, también se encontró que aumenta la liberación de citoquinas, favoreciendo la formación de linfocitos T y las NK (López, 2008).
Cebolla: es poseedora de una gama amplia de fitoquímicos, como por ejemplo: luteolina y flavonoles. Las flavonas propias de la cebolla otorgan propiedades antimutagénicas, antitumorígenas y antiinflamatorias. La luteolina, por su parte, inhibe la producción de citoquinas proinflamatorias, por medio de cambios epigenéticos en el receptor FNkB dentro de los monocitos, reduciendo la expresión genética de enzimas como TNF, IL-1, IL-6, IL-8, COX2 e iNOS (Caballero & González, 2016)
Otros alimentos en los que se les han encontrado propiedades reguladoras y protectoras son: té verde, cúrcuma, frutas, verduras, linaza, etc.
Como puedes observar, una alimentación natural te provee de alimentos que fungen como inmunorreguladores y que pueden ejercer un efecto preventivo o regulador de la enfermedad. Especialmente una dieta trofológica, la cual está compuesta por 70-80% de alimentos crudos que te proveen dichos elementos.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
Referencias:
– López, M. (2008) Plantas medicinales con actividad inmunomoduladora. Revisión. Revista Elsevier 27(11).
– Prado, B. Le-Bert, M. Carrión, F. Martínez, M. & Honeyman, J. (2010) Estudio del efecto inmunomodulador de la Equinácea purpúrea en pacientes con Herpes Labial Recurrente. Revista chilena de dermatología 26(4).
– Sánchez C, Gupta M, Santana A. (2003) Actividad inmunomoduladora de las plantas (I). Revista de Fitoterapia.1:45-60.
– Vila, R. & Guinea, M. (2001). Gel de áloe. Revista de Fitoterapia 1:245-56. Caballero, L. & González, G. (2016) Alimentos con efecto antiinflamatorio. Acta médica peruana 33(1).
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