El tejido adiposo es un órgano que cumple con diversas funciones gracias a hormonas y citocinas, las cuales sirven de mediadores entre el tejido adiposo y los órganos. Dentro de sus principales funciones se encuentran mantener el balance energético, regulación de la temperatura corporal, ayuda en el metabolismo de los lípidos y glucosa, modulan la función hormonal y la reproducción, participa en la regulación de la presión arterial, coagulación de la sangre. En caso de que su función se vea alterada contribuye al desarrollo de la inflamación subclínica crónica y al estrés oxidativo que se relacionan con la obesidad.
La acumulación excesiva de grasa en el cuerpo suele tener múltiples factores, siendo el más común una mayor ingesta de calorías en relación con las calorías gastadas. El exceso de la masa grasa se manifiesta por el incremento de lípidos dentro de la célula y por el crecimiento del tamaño (hipertrofia) de las células que conforman el tejido graso, al mismo tiempo que, por el aumento en el número (hiperplasia) de estas células. La hipertrofia de las células adiposas se manifiesta principalmente en personas con sobrepeso y diabetes tipo II, por otro lado, la hiperplasia contribuye al incremento de masa grasa en la obesidad.
Existen investigaciones en animales en las que se sugiere que la hiperplasia de la célula tiende a ocurrir después de la hipertrofia y se asocia con la gravedad e irreversibilidad de las afectaciones metabólicas. La resistencia a la insulina suele aparecer cuando existe un exceso de tejido adiposo (obesidad), la cual a su vez genera la aparición de alteraciones metabólicas como dislipidemias, enfermedad de hígado graso no alcohólico, hipertensión, enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular. El riesgo de aparición de estas enfermedades incrementa cuando la acumulación del tejido adiposo se encuentra a nivel central o visceral, además de generar un aumento en el riesgo de morbi-mortalidad en personas que padecen de obesidad.
El síndrome metabólico es otra alteración que está estrechamente vinculada con la obesidad, pues existen estudios que han sugerido que el exceso de tejido adiposo tiene un papel importante en el desarrollo de este síndrome. Por otro lado, en modelos animales se ha visto que la expansión de las reservas de tejido adiposo tiene la capacidad de disminuir los efectos metabólicos adversos como resistencia a la insulina, dislipidemias e hiperglucemia. Esto podría explicarse dependiendo de la zona en la que se encuentra acumulado el tejido adiposo, por ejemplo, si se encuentra en la parte inferior del cuerpo parece ejercer un papel protector, mientras que si se localiza en la parte superior puede generar la aparición del síndrome. Sin embargo, aún no se tiene claro cómo es que se lleva a cabo esta conexión.
El tejido adiposo cumple múltiples funciones importantes en el cuerpo. Sin embargo, un exceso de este tejido se correlaciona con la aparición de problemas metabólicos como resistencia a la insulina que a su vez puede generar la aparición de otras patologías como diabetes mellitus 2, hipertensión arterial, dislipidemias entre otras.
Equipo de investigación y editorial iNat México.
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