Cómo leer el cuerpo humano según Wataru Ohashi (diagnosis oriental)
La piel, que es el órgano más extenso del cuerpo, se encarga de un buen número de funciones, como la regulación de la temperatura corporal (transpiración), la inspiración de oxígeno y la espiración de dióxido de carbono, la percepción del mundo físico por el tacto y la eliminación de toxinas por los poros también a través de la transpiración. Bajo la superficie, la piel contiene folículos capilares, las glándulas sudoríparas y las glándulas sebáceas.
Todos sabemos que es un órgano muy sensible que reacciona inmediatamente a los cambios en nuestro medio ambiente externo. Toda persona que haya experimentado azoramiento o vergüenza conoce el acaloramiento y rojez producidos por el rubor. La piel experimenta muchos otros cambios. A veces está pálida, otras veces roja, amarilla o incluso gris o de color castaño.
De vez en cuando la piel se pone grasa. Muchas personas tienen piel grasa permanentemente. A veces la piel está escamosa y seca; otras veces puede sufrir diversas erupciones como pequeñas llagas, sarpullidos y acné. Todo esto demuestra que la piel es un órgano muy sensible muy explosivo en el que se producen enormes cambios.
Decimos cosas como <<tengo piel sensible>> o <<tengo piel seca>> o <<tengo piel grasa>> como si esos trastornos fueran un estado normal de nuestra naturaleza.
Es verdad que los genes tienen un papel importante en la textura, resistencia y sensibilidad de nuestra piel, pero es igualmente cierto que sea cual sea nuestra naturaleza genética todos podemos tener una piel sana y atractiva. Lo único que hemos de hacer es escuchar los mensajes que nos envía nuestra propia piel.
La relación de nuestra piel a nuestro estado interno es rápido y visible, gracias a su sensibilidad la podemos usar a modo de barómetro en nuestra vida y podemos leer en ella.
La piel nos puede decir por ejemplo si son saludables o no nuestro alimentos, si es saludable el medio ambiente, si son sanas nuestras actitudes hacia la vida.
De este modo el universo aprovecha nuestra vanidad para guiarnos hacia la buena salud.
Si cuidamos nuestra salud tendremos la piel radiante, flexible, tersa y luminosa.
Los colores de la piel
Dado que la mayoría de la gente lleva cubierta la mayor parte de su piel, limitaremos el análisis al color de la piel facial. Sin embargo, la explicación para cada color que damos a continuación, generalmente corresponden también a las demás partes del cuerpo.
Blanca – pálida
La piel pálida o muy blanca está directamente relacionada con los pulmones y el intestino grueso. Cuando los pulmones están congestionados o demasiado oprimidos, la circulación está obstaculizada y la piel se pone blanca. Si una persona sufre conmoción, o tienen una enfermedad pulmonar crónica o mala circulación, su piel se vuelve más blanca. Todos estos síntomas apuntan a un problema pulmonar y bronquial. Los pulmones son particularmente sensibles al tabaco y al consumo excesivo de grasas. El exceso de grasa o colesterol en la dieta reduce la capacidad de la sangre de transportar oxígeno. La piel blanca también indica cantidad insuficiente de hemoglobina, que son las proteínas que transportan el oxígeno y el hierro a la sangre.
Cuando hay trastornos intestinales, por ejemplo estreñimiento, la sangre se estanca en el tracto intestinal. Esta falta de circulación en los intestinos es causa de que llegue poca sangre a otras partes del cuerpo, incluidos los pulmones, y puede ser causa de la piel blanca o pálida.
Amarillo
La piel amarilla está relacionada con el hígado y la vesícula biliar. La bilis y otras secreciones hepáticas amarillean la piel y los ojos. La ictericia, es lógicamente el mejor ejemplo de un trastorno hepático que pone la piel amarilla.
Castaño
Generalmente el color castaño tiene relación con los riñones. Cuando el funcionamiento de los riñones no es óptimo, el color de la sangre se oscurece. Esta oscuridad pasa a la piel, sobre todo a la zona situada bajo los ojos y la parte superior de las mejillas. El color castaño oscuro alrededor del puente de la nariz indica un problema de órganos del medio, sobre todo el estómago, el bazo, el páncreas y consumo excesivo de alimentos yin de alto contenido acuoso. Lo ideal es equilibrar al organismo con alimentos yang (sólidos). Esto lo podemos conseguir consumiendo cereales 100% naturales, verduras, legumbre, algas y condimentos, ya que generan un efecto equilibrado en el cuerpo.
Azulada
El color azul se relaciona con el hígado, el estómago, el bazo y el páncreas. Suele aparecer en las sienes, en el puente de la nariz y en la piel que queda entre los ojos. Estas zonas corresponden al bazo y al hígado. Un matiz azulado sugiere que ambos órganos sufren de mala circulación. En consecuencia están excesivamente fríos y estancados. Son necesarias más influencias de calor, entre ellas el ejercicio, y un aumento general de actividad.
Lunares
Con frecuencia se ven lunares en la cara u otras partes del cuerpo. A veces estas marcas ya están presentes en el momento de nacimiento, pero también suelen aparecer después. Estos lunares pueden deberse a toxinas tratando de ser eliminadas del cuerpo. A veces aparecen a lo largo de los meridianos; se cree que están producidos por la quema del exceso de hidratos de carbono, grasas y proteínas, así como por excesiva exposición a los rayos UV solares.
Piel grasa
La piel sana debe tener un ligero brillo aceitoso. La piel metaboliza la vitamina D combinado la luz del sol y la grasa (el aceite es en realidad grasa en forma líquida). Dado que la vitamina D es esencial para la salud, una ligera cantidad de aceite en la piel es señal de un metabolismo sano. La causa de un exceso de grasa en la piel es el consumo excesivo de aceites, grasas, harinas refinadas y alimentos de origen animal.
La piel grasa también sugiere problemas en el hígado, vesícula biliar, corazón o páncreas. El hígado y la vesícula biliar procesan las grasas y los aceites proporcionan ácidos biliares. Cuando el hígado está congestionado con un exceso de grasa, disminuye su eficiencia. Además, se demuestra que las grasas obstaculizan el metabolismo del azúcar por las células y es la principal causante de diabetes insulino-dependiente. El exceso de grasa sobrecarga el trabajo del páncreas, al reducir la eficiencia de la insulina.
Acné
Las espinillas aparecen con más frecuencia en la parte superior del cuerpo, sobre todo en la cara, hombros, espalda y pecho. Todos necesitamos glucosa natural, grasa natural y proteínas vegetales para vivir. Pero nuestra necesidad de estos elementos nutritivos tiene límites.
Cuando se exceden esos límites, el exceso ha de almacenarse o eliminarse. Una de las maneras como el cuerpo elimina los excesos es empujandolos hacia afuera por los poros. Para tratar el acné la persona deberá evitar o eliminar todos los azúcares refinados y alimentos grasos no naturales, fritos o industrializados; atención en no tomar las comidas rápidas que son ricas en grasa y sal. Esta combinación es extraordinariamente tóxica para el cuerpo. La sal refinada hace contraerse a los riñones reduciendo así su capacidad de filtrar sangre, provocando una acumulación de toxinas que se expande rápidamente por los tejidos, convirtiéndose en espinillas.
Eccema
El eccema es un tipo de erupción de la piel que a veces cubre una extensa zona de la piel. Se pone seca, escamosa y quebradiza y hay mucha mucosidad. La causa del eccema se encuentra en las funciones de eliminación y circulación.
Si la cantidad de toxinas que consumimos excede la capacidad del cuerpo para eliminarlas, éstas se acumulan en la sangre. Además se deteriora la circulación, con lo cual las toxinas, sobre todo las grasas y aceites, se acumulan dentro de los tejidos que hay bajo la superficie de la piel. Los antígenos presentes en el medio ambiente corporal, pueden activar una reacción que ya está a la espera para producirse. Para eliminar el eccema hemos de reducir o eliminar en serio todos los azúcares refinados, la grasa o colesterol LDL, y los alimentos refinados; sobre todo aquellos que tienen aditivos químicos.
Lo mejor, siempre es: comer lo más natural posible y en cantidades adecuadas. Una hidratación correcta y de calidad, y actividad física, diario.
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