¿Cuál sí, cuál no y de qué se compone?
La sal, o como se le llama en su forma química: cloruro de sodio, es indispensable en la dieta debido a múltiples funciones sistémicas, como, por ejemplo: funciones regulatorias en el sistema hidroelectrolítico, renal, sistema nervioso, etc. Sin embargo, en la última década la creciente epidemia de enfermedades crónicas, como la hipertensión arterial (HAS), han llevado a adoctrinar a la gente de que debe moderar su consumo. Pero, entonces, ¿cuánto es la cantidad recomendada y existe sal de calidad?
Componentes de la sal y su función en el organismo.
La sal se compone por dos elementos químicos: el cloro y el sodio, ambos actúan como iones que ayudan a la homeostasis de los diferentes fluidos en el organismo. Recordemos que la célula, para realizar sus funciones normales, necesita una concentración de iones específica; esta concentración se logra por medio del sodio que se encuentra en su membrana externa, pero para ello necesita del ion potasio; al faltar este último puede haber un desequilibrio importante en el trabajo celular (Monckeberg, 2012). Ahora, debemos recordar que en el organismo no existe una reserva de sal, por lo cual el riñón es el principal órgano que se encarga de regular el metabolismo de este componente. Si la ingesta de sodio es excesiva, el riñón aumenta la excreción para mantener un equilibrio; pero si baja la concentración de sodio (debido a una diarrea o sudor), el riñón retiene sodio.
En las dietas actuales, el consumo de sal es bastante elevado, pues muchos de los alimentos industrializados y envasados contienen grandes cantidades de este elemento, no sólo para la conservación, sino también para otorgar sabor. Por lo cual está estrechamente relacionada con la HAS o enfermedades renales y cardiovasculares.
Sal refinada versus sal de mar y sal del himalaya sin yodar.
La sal común, parte de un proceso de refinamiento para volverla más blanca, más fina y que se apelmace menos, lo cual provoca una alteración en su estructura química original, añadiendo elementos como yodo o fluoruro para blanquearla. Esto resulta en un producto que se vuelve poco nutritivo y más perjudicial para la salud en cantidades no recomendadas.
Por otro lado, la sal de mar cuenta con todas sus propiedades originales; ésta no pasa por un proceso de refinamiento y en algunas ocasiones no se le añade yodo o fluoruro, lo cual es lo más óptimo.
Se dice que la sal del himalaya es rica en otros oligoelementos y se encuentra en un estado más puro, pero sí es necesario fijarnos si ha sido yodada; de ser así, ya no es una buena opción.
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